17 de maig 2010

Confirmació a Sant Ildefons

El periodista Lorenzo Gomis va escriure un article a La Vanguardia al juny del 2005 on feia referència a la confirmació d'un dels seus néts. Ahir, a la nostra comunitat, un altre nét seu també va rebre el sagrament de la Confirmació. Aquesta vegada no estava present físicament Lorenzo Gomis, però segur que els seus el van tenir ben present.

Tot seguit es reprodueix l'article.

Yo no recuerdo cuándo fui confirmado. No sé si fue alrededor de mi primera comunión, a los nueve años, cuando iba a los escolapios de la calle Balmes, o más tarde. Pero acepté con gusto hace poco ser padrino de confirmación de mi nieto Laurence, que se llama como yo, pero en inglés. Mi participación en el rito era modesta. Se limitaba a poner mi mano en el hombro derecho de mi nieto y decir:

–Laurence.

Era una información que le iba a servir al obispo para empezar diciendo también al imponerle las manos:

–Laurence.

Al terminar la misa hubo un refrigerio en los sótanos de la parroquia de Sant Ildefons, cuya catequesis viene dirigiendo con tanta dedicación y tino Frederic Bassó. Allí vi al arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, y le felicité por la facilidad con que había captado y repetido el nombre.

–Es que lo has dicho muy claro– comentó, compartiendo amablemente el mérito conmigo.

¿Qué es la confirmación? Quizá la explicación más sencilla era la que había dado Laurence días antes en la mesa familiar.

–Cuando te bautizan, los mayores se comprometen en tu nombre a que seas cristiano,
pero tú no te enteras. En la confirmación tú mismo confirmas que efectivamente quieres serlo.
Laurence tiene doce años.

Eso de la edad es lo que preocupaba a Nicholas, según cuenta su madre, Diana Klein, en un reciente número del semanario The Tablet. Un domingo en misa el párroco dijo que los que tuvieran 14 años en junio y quisieran ser confirmados le escribieran para decir por qué querían ser confirmados.

Nicholas estaba a punto de cumplir trece, pero escribió una carta que su madre considera convincente. Explicaba al párroco que, aunque sólo tuviera 13 años en junio,
ya había decidido ser católico cuando tenía cuatro y desde entonces no había cambiado de idea. Le decía además que no iba a ninguna escuela católica y tenía compañeros de
clase que eran judíos y celebraban a los trece años su rito de paso a la adolescencia –el mismo que él, Nicholas, suponía que el propio Jesús había cumplido–, de modo que quería saber por qué los católicos tenían que esperar a cumplir catorce años. El párroco no le contestó y le remitió al catequista, que le dijo que eran las normas de la diócesis de Westminster.

En vista del interés que la madre, Diana Klein, tomaba en el asunto, el párroco le preguntó si quería ayudarle en la preparación de la confirmación del próximo año. Y así, con un poco de paciencia y estudio de teología, Diana se convirtió en consejera de la catequesis de la diócesis y autora de un programa de preparación que ha publicado la editorial McCrimmons. Ahora le gusta recordar a la gente joven que en el cristianismo primitivo el catecúmeno pasaba tres años rezando y haciendo buenas obras con la comunidad antes de bautizarse y alguien tenía que apadrinarle y decir que su estilo de vida era el de un seguidor de Cristo. La confirmación es sacramento de iniciación en el proceso de convertirse en cristianos adultos.

¿Tendrá que ver el renovado interés por la confirmación con la perplejidad que despierta en los mayores de hoy la turbulenta adolescencia con que se enfrentan padres y maestros? Que los chicos y chicas entren en ella con un propósito firme de ser lo que quieren ser, y en el caso de que quieran ser cristianos, cristianos confirmados, puede significar a la vez un compromiso y una ayuda. Nuestras comunidades parroquiales, escribe Diana Klein, tienen que ser lugares donde la gente joven encuentre sentido de pertenencia, reconocimiento de sus dotes e invitación a usarlos.

No sé si entre nosotros interesa esa actualidad de la confirmación. Por la prensa veo más bien que el tema que se debate es algo distinto, la religión como conocimiento escolar, como asignatura. Cuando un puñado de estudiantes sacamos hace medio siglo la revista El Ciervo, recuerdo el título de una ponencia en no sé qué foro: “La religión no es una asignatura”. Lo que queríamos decir, imagino, no es que la religión fuera menos que una asignatura, sino más.
Ahora parece que muchos se conforman con que sea una asignatura como cualquier otra, es decir, con notas que cuenten. Otros temen por el contrario que no sólo los centros tengan que ofrecerla, sino que haya otra alternativa más o menos parecida a lamisma hora. Los que se oponen a la asignatura de religión renuncian también a otra de ética o civismo,candidatas alternativas presuntas. Ya que se valoren con notas –que en el lenguaje de la enseñanza es el signo externo de garantía– religión, ética y civismo, es decir, todo lo que tiene que ver con el difícil y conveniente ejercicio del bien, con la conducta que encuentra sentido en ser buena.

Luego nos asusta el fragor de las navajas y el olor de la droga en el entorno escolar.

1 comentari:

Marc Manera ha dit...

M'ha agradat el text i em sento orgullós que hi hagi joves determinats a seguir Jesucrist a les seves vides. També vull dir però que quan llegeixo coses com 'La confirmación es sacramento de iniciación en el proceso de convertirse en cristianos adultos.' se m'encenen les alarmes, perquè pot donar la impressió de que la Confirmació es un sacrament que depen dels nostres merit, un sagrament que expressa la maduresa cristiana i el compromís amb i en l'Església. -i no és així, si algun sagrament es això més aviat seria l'Eucaristia! - Tot això ho explico millor al meu blog
http://teoforum.blogspot.com/ on podeu anar a la secciò defensant la confirmació als 10 anys, al menú lateral. Una abraçada, Marc